Cuando la vida de un ser querido está amenazado por un accidente uno siente que todo el mundo se cae a pedazos. Pero la experiencia vivida con mi nieta Emily, quien ante una eventualidad sufrió quemaduras en todo su cuerpito y fue internada en el Hospital del Niño Jesús, en terapia por varias semanas, me hizo ver cuántos ángeles nos ayuda a sobrellevar estos malos momentos . Ángeles como los médicos, las enfermeras, el personal de limpieza, los camilleros, etc., quienes nos demostraron el importante servicio que realizan con un amor incondicional y desinteresado, acompañando no solo a mi nieta, sino a todos sus familiares desde lo físico y lo emocional. Escribo esta carta para hacer público mi agradecimiento de todo corazón a todo el personal del hospital, que me brindó un excelente servicio para su recuperación. Fueron momentos desesperantes, pero un milagro nos acompañó: encontrar un persona comprometido con la situación y Dios que nos puso en su camino. Gracias, gracias y mil gracias.
José Antonio Toledo
Lídoro Quinteros 1.181 - S. M. de Tucumán